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domingo, 10 de junio de 2012

Capítulo 3. No sabiamos que matar indios fuera malo


Once personas cuerdas, sin asesoría de abogado, porque en esas lejanías no los hay, ni los procesados tenían dinero para pagarlo, rindieron indagatorias por la muerte de un crecido número de indios Cuibas.
Esas indagatorias difieren en los nombres de los procesados, su edad y lugar exacto de nacimiento, pues todos son de la misma región.
Todos confiesan ser analfabetas y todos signan sus confesiones con sus huellas digitales.
En ellas se narra el homicidio múltiple –si no fuera porque en la ley penal del país, el genocidio no es ente jurídico, así se llamaría-, de los indios Cuibas, porque a ellos se les dio muerte solo por ser indios.
Pero no es el relato de unos asesinos profesionales ni de personas hebetadas:
Es tan sólo la descripción de una cacería:
“yo maté tres”, confiesa uno; “yo cinco” afirma otro; a mí me corresponden dos y medio” dice el siguiente, porque a una indiecita como de ocho años la matamos entre Segismundo y yo”.
Aclaran los sindicados que para matarlos, invitaron a los indios a comer pisillo de venado y que, cuando comían, a una señal del capataz, salieron de su escondite los vaqueros y atacaron a los indios con cuchillos y garrotes; que cuando los indios, que son muy veloces, huyeron, les dispararon con revólveres y escopetas; y que a los que quedaron heridos los remataron con macetazos; y que, al otro día, amarraron sus cadáveres, de dos en dos, a las colas de unas mulas, y arrastrándolos, los alejaron unas cuadras de la casa; que hicieron con ellos una pila y le prendieron fuego; que éste duró veinticuatro horas y que, una vez incinerados los cadáveres, los mezclaron con huesos de animales: de cerdos, de perros y cueros de culebras.
Individual y unánimemente, como explicación de su conducta, respondieron: “nosotros no sabíamos que matar indios fuera malo”.
Y como el funcionario instructor, que no era de la región, les pidiera una explicación, respondieron: “Para nosotros matar indios es como matar venados, lapas y chigüiros, con la diferencia de que los venados, las lapas y  los chigüiros no nos hacen daño y los indios sí”.
El daño principal a que se refieren los indagatoriados, radica en que los indios, que tienen la convicción de que “la tierra es de todos” y que todo lo que la tierra produce es de todos, al encontrar, de la noche a la mañana, en la llanura unos grandes y gordos toros cebúes, muy valiosos, por lo demás, llevados por los ganaderos como reproductores, los matan y se los comen, con la consiguiente furia de sus dueños que se vengan dando muerte a los indios.

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