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miércoles, 4 de julio de 2012

Capítulo 21. Las Guajibiadas capitalinas


El lenguaje llanero tiene dos vocablos horribles: guajibiada y tojibiada. El primero es la cacería de los indios como si fueran venados o chigüiros. El segundo también podría decirse que es una cacería pero no con armas ni a muerte; es la persecución en las llanuras a las indias, ellas corriendo a pié, sin armas, huyendo en busca de un refugio, y sus perseguidores a caballo y con soga en la mano, hasta el cansancio, momento en el cual, con la soga se las enlaza para poseerlas carnalmente.
Pero el lenguaje bogotano, el de la culta capital de Colombia, tiene una voz peor: desechable.
¿Qué es un desechable?
Desechable es un ser humano, infante, joven o viejo, hombre o mujer, un pelasfustanillo o “gamín”, como aquí elegantemente se les dice con palabra francesa, un ladronzuelo, una prostituta callejera, un enfermo, un famélico o drogadicto; ciertamente la hez, pero así y todo, un ser humano en muchas veces concebido, y criado en una alcantarilla y alimentado con lo que haya de comida en la basura, disputada a las ratas y a los perros, aunque en ocasiones son desechables señoritos con estudios superiores y viajes al exterior, caídos en desgracia.
¿Por qué existen? Porque la sociedad contemporánea y concretamente el gobierno, los ignora. Son carga negativa, no producen siquiera su sustento; para ella y para él no sirven, de ahí su apelativo: desechables.
Y los deshechos se eliminan, a la basura van a dar, de ahí que existan “asociaciones de limpieza social” que los persiguen y que, en ocasiones, fingiendo caridad, les dan sobras envenenadas y en otras en la oscuridad de la noche, organizan
guajibiadas, pero no de indios sino de “desechables”, que en ocasiones también tiene parecido con las tojibiadas se les echa en una camioneta, se les conduce a las afueras de la urbe y en cualquier momento y lugar, se las liberta y grita: “corran, escóndanse, no se dejen ver, porque los vamos a matar”. Es la manifestación más cruel del desprecio que la sociedad de hoy tiene por el “inepto vulgo” proceden a su cacería. Por eso lo que unos vaqueros rústicos hicieron en La Rubiera, una región semi civilizada, es tan sólo “pecado venial” ante lo que se hace en la ciudad más civilizada de Colombia.

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