El lenguaje llanero
tiene dos vocablos horribles: guajibiada
y tojibiada. El primero es la cacería
de los indios como si fueran venados o chigüiros. El segundo también podría
decirse que es una cacería pero no con armas ni a muerte; es la persecución en
las llanuras a las indias, ellas corriendo a pié, sin armas, huyendo en busca
de un refugio, y sus perseguidores a caballo y con soga en la mano, hasta el
cansancio, momento en el cual, con la soga se las enlaza para poseerlas
carnalmente.
Pero el lenguaje
bogotano, el de la culta capital de Colombia, tiene una voz peor: desechable.
¿Qué es un desechable?
Desechable es un ser
humano, infante, joven o viejo, hombre o mujer, un pelasfustanillo o “gamín”,
como aquí elegantemente se les dice con palabra francesa, un ladronzuelo, una
prostituta callejera, un enfermo, un famélico o drogadicto; ciertamente la hez,
pero así y todo, un ser humano en muchas veces concebido, y criado en una
alcantarilla y alimentado con lo que haya de comida en la basura, disputada a
las ratas y a los perros, aunque en ocasiones son desechables señoritos con
estudios superiores y viajes al exterior, caídos en desgracia.
¿Por qué existen?
Porque la sociedad contemporánea y concretamente el gobierno, los ignora. Son
carga negativa, no producen siquiera su sustento; para ella y para él no
sirven, de ahí su apelativo: desechables.
Y los deshechos se
eliminan, a la basura van a dar, de ahí que existan “asociaciones de limpieza
social” que los persiguen y que, en ocasiones, fingiendo caridad, les dan
sobras envenenadas y en otras en la oscuridad de la noche, organizan
guajibiadas, pero no de indios sino de “desechables”, que en ocasiones también tiene parecido con las tojibiadas se les echa en una camioneta, se les conduce a las afueras de la urbe y en cualquier momento y lugar, se las liberta y grita: “corran, escóndanse, no se dejen ver, porque los vamos a matar”. Es la manifestación más cruel del desprecio que la sociedad de hoy tiene por el “inepto vulgo” proceden a su cacería. Por eso lo que unos vaqueros rústicos hicieron en La Rubiera, una región semi civilizada, es tan sólo “pecado venial” ante lo que se hace en la ciudad más civilizada de Colombia.
guajibiadas, pero no de indios sino de “desechables”, que en ocasiones también tiene parecido con las tojibiadas se les echa en una camioneta, se les conduce a las afueras de la urbe y en cualquier momento y lugar, se las liberta y grita: “corran, escóndanse, no se dejen ver, porque los vamos a matar”. Es la manifestación más cruel del desprecio que la sociedad de hoy tiene por el “inepto vulgo” proceden a su cacería. Por eso lo que unos vaqueros rústicos hicieron en La Rubiera, una región semi civilizada, es tan sólo “pecado venial” ante lo que se hace en la ciudad más civilizada de Colombia.
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