Hemos visto el llano
con ojos de extraño: los del hombre del interior, que llega a él como turista,
explorador, investigador, aventurero…
Pero el llanero, el
hombre de las sabanas, lo ve y lo vive en forma diferente. Donde el no llanero
solo ve la llanura ilímite y hermosa, el llanero ve mucho más, porque él, desde
lejos, por los matices y las manchas del paisaje deduce circunstancias y
realidades: por ejemplo, si los pastos que se vislumbran son naturales o artificiales,
o sea sembrados; desde largas distancias determina si en un lugar hay ranchos; dónde
hay atajos; si ciertas sombras que se ven a lontananza son reses; de dónde
vienen y por donde van y para donde; si hay bebederos, caños o lagunas; dónde
se puede guarecer y dormir; cuales son las señales que delatan la presencia de
caimanes, pumas, jaguares, serpientes e indios …
Es que el llanero,
insensiblemente adquiere la capacidad de captar y resolver los problemas de la
vida y del mundo.
Su vida, por tanto, es
diferente de la nuestra. Nosotros sabemos muchas cosas que ellos no saben, como
leer o escribir, pero nosotros, a la vez, ignoramos lo fundamental de su vida:
ignoramos que es un rodeo, por
ejemplo; no obstante que es, pudiéramos decirlo, la actividad más importante
del llanero. El rodeo es un trabajo
primordial, necesario, siempre urgente, puesto que mediante él, en una región
en donde “la propiedad que se mueve no es propiedad”, se determina la propiedad
de los ganados extraviados, de las vacas paridas y de sus crías, de los mautes, vocablo que no conocemos, voz
desconocida para nosotros pero corriente entre ellos, que representa mucho
dinero.
¿Quiénes intervienen en un rodeo y cómo se hace? Quisiera
revelarlo, porque rodeos solo ocurren en el llano; pero su revelación es
imposible sin saber que es una pica,
un orejano, el ojeo, la madrina, el cabrestero y otras voces…
Tampoco conocemos la
palabra llanera hato porque ignoramos
como se crea… el familiar, cómo es la
hierra, el cerraje y la castración de los novillos cómo son
las actividades paralelas: el coleo,
las cuadrillas, el parrando y, porque no decirlo, las guajibiadas y las tojibiadas.
Solo quien conozca eso
y mucho más, como lo conocen los sindicados, podrá comprenderlos a ellos y al llano
y comprenderán porque estos que veis en los banquillos de los acusados no son
unos asesinos sino, como dice el poeta y el músico de tiempos lejanos: Los
“hermanos de la espuma, de las garzas, las rosa y del sol”.
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