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domingo, 15 de julio de 2012

Capitulo 31. Consecuencia de la bigamia de Adán


La solución de un problema, frecuentemente genera otros. Tal como el caso presente: no es sencillo admitir las dos mujeres de Adán y mucho menos la existencia de dos troncos de descendencia adánica pues surgen interrogantes gravísimos sobre sus derechos, simplemente contrapuestos, y el nada despreciable problema teológico de si a ambos grupos los cobijan la redención de Cristo y particularmente el problema de la unidad del género humano.
Esto preocupó a los estudiosos que buscaron otra solución el caso y esta no podía ser otra diferente a que los indios procedían del exterior, que habían venido del viejo mundo.
¿Pero, de dónde, cuándo y cómo? Se pensó que posiblemente de algún descendiente de Adán a quien se  puso a peregrinar por el mundo hasta llegar a América; otros pensaron que los indios quizás descendieron de algunas de las tribus perdidas de Israel y se recordó que en la historia de ese pueblo hay un enigma respecto al exilio de Babilona en año 721 antes de Cristo, en que solo regresaron las descendientes  de Judá y Benjamín.
¿Qué paso con los otros diez?
¿Emigraron a América?
Seguidores de esta tesis dicen que los americanos descienden de esas tribus; algunos han encontrado ritos y vestigios judíos en numerosas tribus aborígenes y hasta llegaron a pensar, como se lee en el Libro de Mormón, que el Dios maya Quetzalcóatl  es el mismo Jesucristo; pero otras corrientes políticas afirman  que pueblos tan avanzados como los que hubo en estas tierras antes de la llegada de los españoles, en que hubo ciudades superiores a las europeas de entonces y pirámides rituales comparables y quizás superiores a las egipcias, en que brillo la civilización de Tiahuanaco, tenían que ser arias. Así se llegó a hablar del imperio Vikingo de Tiahuanaco y a encontrar descendientes de los vikingos hasta con el Paraguay, en el otro extremo de  la tierra.

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