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sábado, 9 de junio de 2012

Capítulo 2. La Indagatoria


... Yo me encontraba en la orilla del Capanaparo, fumando un cigarrillo con Tobías, el venezolano. En esas aparecieron dos canoas o bongos llenas de Cuibas… y Tobías me dijo:
-          Vamos a matar esos bichos
-          ¿Pero cómo? Le dije, no somos sino dos y ellos son más de veinte.
Ya veras, chico, ya verás, dijo Tobías.
-          Allá, los Cuibas: Vayan a la Rubiera, que allá les van a dar comida.
-          ¿Comida?
-          Si, comida en la Rubiera.
Y mientras los Cuibas siguieron por el río, rumbo a la Rubiera, Tobías y yo corrimos a caballo por tierra a prevenir a las gentes de la Rubiera que los indios venían y que había que darles comida para matarlos.
Convinimos con Pedro Pablo, el encargado, los detalles: Qué prepararían las mujeres, dónde se les serviría a los indios, dónde se esconderían los vaqueros y cómo se les avisaría cuando fuera tiempo de atacar para acabar con esa plaga.
Y así se hizo: Las mujeres prepararían pisillo de venado…
Los hombres se esconderán en una pieza… cuando llegaron los indios se les dijo: Vengan a comer carne, y se les sirvió en unos platones sobre hojas.
Y cuando los indios estaban entretenidos comiendo, Pedro Pablo dio los tres golpes convenidos y los hombres salieron con cuchillo y garrotes a matar a los Cuibas.
Ahí sobre la mesa cayeron varios… Otros huyeron, y entonces les dimos plomo con revólveres y escopetas.
… Yo no sé cuántos murieron: a varios hubo que rematarlos con macetas… Murieron quince o veinte o más… yo no sé.
Esta es, en síntesis, la indagatoria de uno de los procesados, similares son las de todos ellos y con su vocabulario propio: blancaje, por persona de categoría, cachales, por lugares despoblados, galucha y rajada por carreras, la primera corta, la segunda precipitada: Los indios salieron en rajadas. Y es de notar que, sin haber sido preparados por nadie, sin haber hablado con un abogado pues ni siquiera saben el significado de ese vocablo, todos dijeron: “no sabíamos que matar indios fuera malo.” Y ya veremos que no lo sabían no sólo porque alguien les hubiera enseñado lo contrario, sino porque con sus propios ojos habían visto que el blancaje lo hacía: que colgaba las cabezas de los indios en las ramas de los árboles como advertencia de que no frecuentaran esa zona y que organizaban “guajibiadas”.

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