... Yo me encontraba en la orilla
del Capanaparo, fumando un cigarrillo con Tobías, el venezolano. En esas
aparecieron dos canoas o bongos llenas de Cuibas… y Tobías me dijo:
-
Vamos
a matar esos bichos
-
¿Pero
cómo? Le dije, no somos sino dos y ellos son más de veinte.
Ya veras, chico, ya verás, dijo
Tobías.
-
Allá,
los Cuibas: Vayan a la Rubiera, que allá les van a dar comida.
-
¿Comida?
-
Si,
comida en la Rubiera.
Y mientras los Cuibas
siguieron por el río, rumbo a la Rubiera, Tobías y yo corrimos a caballo por
tierra a prevenir a las gentes de la Rubiera que los indios venían y que había
que darles comida para matarlos.
Convinimos con Pedro
Pablo, el encargado, los detalles: Qué prepararían las mujeres, dónde se les
serviría a los indios, dónde se esconderían los vaqueros y cómo se les avisaría
cuando fuera tiempo de atacar para acabar con esa plaga.
Y así se hizo: Las
mujeres prepararían pisillo de venado…
Los hombres se
esconderán en una pieza… cuando llegaron los indios se les dijo: Vengan a comer
carne, y se les sirvió en unos platones sobre hojas.
Y cuando los indios
estaban entretenidos comiendo, Pedro Pablo dio los tres golpes convenidos y los
hombres salieron con cuchillo y garrotes a matar a los Cuibas.
Ahí sobre la mesa
cayeron varios… Otros huyeron, y entonces les dimos plomo con revólveres y
escopetas.
… Yo no sé cuántos murieron: a
varios hubo que rematarlos con macetas… Murieron quince o veinte o más… yo no
sé.
Esta es, en síntesis,
la indagatoria de uno de los procesados, similares son las de todos ellos y con
su vocabulario propio: blancaje, por
persona de categoría, cachales, por
lugares despoblados, galucha y rajada por carreras, la primera corta,
la segunda precipitada: Los indios salieron en rajadas. Y es de notar que, sin haber sido preparados por nadie,
sin haber hablado con un abogado pues ni siquiera saben el significado de ese
vocablo, todos dijeron: “no sabíamos que
matar indios fuera malo.” Y ya veremos que no lo sabían no sólo porque
alguien les hubiera enseñado lo contrario, sino porque con sus propios ojos
habían visto que el blancaje lo
hacía: que colgaba las cabezas de los indios en las ramas de los árboles como
advertencia de que no frecuentaran esa zona y que organizaban “guajibiadas”.
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