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jueves, 21 de junio de 2012

Capítulo 12. Consiguen defensor


Poco más, o menos, por los días en que ocurrió la matanza de los indios Cuibas, alguna persona que tenía problemas con la Justicia, consideró  conveniente buscar su defensor fuera de Villavicencio; y encontró en Bogotá uno con alma de Quijote.
El abogado viajó para atender a su nuevo cliente, y se enamoró del llano y, como pasa a toda persona que se vincula a esa región, resolvió quedarse allá.
Organizó su despacho o bufet y halló tal cantidad de dislates en la administración de Justicia, que consideró un deber, ante su propia conciencia y ante la ciudadanía que lo acogió en su seno, “desfacer agravios y enderezar entuertos”, y, como era apenas lógico, aunque nunca cometió delito, por los días en que los homicidas de los Cuibas cumplían un cuatrienio de estar detenidos, dio con sus huesos en la cárcel.
La detención del abogado, que por sus quijotadas o locuras se había vuelto personaje popular, causó revuelo: las gentes y las radiodifusoras comentaron ampliamente el hecho y ello causo ansiedad en los presos: no todos los días ocurren estos casos, y cuando acontecen, por lo general los profesionales no son accesibles.
Y como este inspiraba confianza, muchos presos le contaron sus casos y le pidieron consejo; y los asesinos de los Cuibas, en cuya pieza fue recluido, con la naturalidad propia de gentes sencillas, le dijeron:
“Doctor: Sabemos que usted es un abogado que ha librado importantes batallas; que está preso no porque haya cometido algún delito, sino por el odio que le tienen algunos Magistrados; confiamos en que saldrá  muy pronto de la cárcel y, como sabemos de su sensibilidad social, le pedimos que a su salida defienda gratuitamente a estos sus nuevos amigos, porque, por no tener dinero, hace cuatro años que carecemos del defensor”.
El abogado se conmovió, les pidió un relato amplio del caso y, cuando a las setenta y dos horas de huelga de hambre del abogado, el director de la cárcel, lo puso en liberad de oficio, por no haber sido legalizada su detención, llevó en sus manos los poderes correspondientes.

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