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domingo, 1 de julio de 2012

Capítulo 19. El infierno verde


Se evidencia en el llano que las grandes extensiones de tierra, con sabanas, esteros, desiertos, y selvas que nos atraen, embrujan y subyugan, también nos llevan al bien llamado infierno verde.
Al avanzar por regiones más o menos vírgenes, el hombre se halla en el laberinto tropical: descubre que en las intrincadas comarcas de la selva, así como “los árboles no dejan ver el bosque”, el bosque no deja ver el sol, ese sol que es una de las maravillas del llano; y cuando no puede ver el sol, el hombre está perdido: la lujuria de esas tierras se le convierte en pesadillas.
Se percata entonces que a las fértiles vegas siguen las sabanas estériles y que en los bellos esteros se ocultan marismas deletéreas, ponzoñosos mosquitos, reptiles venenosos y toda clase de bestias y plagas tropicales; que hay regiones en que abundan los frutos naturales; en que fácilmente se cazan aves y mamíferos; en que la pesca es indefinida de variedades, y en que las frutas se cogen sin esfuerzo, pero también que fácilmente se puede ser cazado por el Jaguar, el puma o el güio; que así como las cachamas, los bagres, los valentones y otras muchas especies pueden saciar nuestra hambre, también podemos saciar la de las pirañas, pallaras, temblones, babillas y caimanes; y que al coger una fruta o una flor podemos ser mordidos por víboras o picados por avispas, hormigas y tarántulas.
Piensa, entonces, en las comunidades de habitantes, más o menos arcaicas y recuerda que los buscadores de riquezas han introducido a estas tierras la codicia y la violencia y que es preciso enfrentarse a reales o supuestos enemigos.
Entonces la naturaleza sigue siendo exuberante y lujuriosa, pero el hombre es incapaz de percibir la realidad de manera objetiva; por eso saca a la luz el subconsciente, hace realidad los sueños y piensa en forma diferente a como hasta entonces lo había hecho.
Esa floración del subconsciente es la que produce, en quienes se internan en llano y en la selva, huyéndole a la sociedad y  a la justicia, o que en busca de riquezas “a como haya lugar” , esa desesperación que les trueca el paraíso en infierno y los lleva a su propia destrucción.

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