Tristemente, pero las
cosas son así, el hombre es violento por naturaleza: “Homo homini lupus” el hombre
es un lobo para el hombre, dijo el filósofo. En efecto: desde las cerradas
puertas del paraíso terrenal, el hombre ha sido violento con el hombre: el
primer hijo de Adán y Eva, Caín, mató con la quijada de un burro, al segundo, a
su hermano Abel y, desde entonces, en todas las épocas y en todos los pueblos,
la violencia se ha impuesto.
La
historia no registra un solo caso de un Estado, Reino, República, Imperio o
como quiera llamársele, que se haya hecho grande y dominante a base de bondad.
Ni siquiera los reyes calificados de santos, que no siempre han sido, han
engrandecido su Nación a base de bondad: tal es el caso de San Luis.
En
cambio la historia si registra innumerables casos en que un hombre violento
forma un clan belicoso que se convierte en el centro de un Estado que se va
agrandando poco a poco, a base de conquistas (violencia) hasta ser una unidad
fuerte y así sigue agrandándose hasta llamarse imperio: el de los Unos, el de
Alejandro, el de Roma, el de España.
Los
imperios subsisten hasta cuando otros imperios, formados de similar manera, o
las disensiones internas los vencen, porque son más fuertes, más violentos.
Entonces colapsan, se reducen poco a poco a su primigenio origen, tal el caso
de Roma, por ejemplo, y todo ello en virtud no de la bondad sino de la
violencia.
Igual
acontece con los hombres: los hay bondadosos, buenos, justos, pero también los
hay violentos y malvados; los primeros se han hecho anacoretas o han creado
conventos, órdenes y hasta religiones, pero nunca han creado Estados; y las
religiones que han creado, inclusive la de Jesús, el Cristo, se han vuelto
violentas y entonces se han impuesto mediante la violencia.
Quizás por eso hay
filósofos y juristas que sostienen que “El Derecho es la fuerza.” Aquí podemos recordar a Anatole France nos
relata que cuando un violento, por la fuerza, arrebató su parcela a un
agricultor le dijo: “de hoy en adelante esto es mío”, creó el Derecho Civil.
“La
violencia es la partera de la historia”, se ha dicho: “en todo domina la sangre
y el homicidio, el odio y el engaño, la corrupción y la infidelidad (El Libro
de la Sabiduría: 14.25).
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